SOPA dispara primero, hace preguntas despuésLamar Smith, miembro de la Camara de Representantes estadounidense y promotor del Stop Online Piracy Act en Estados Unidos, ha retirado por ahora el controversial proyecto de ley que habría endurecido las reglas sobre infracciones al derecho de autor en internet.

SOPA es el acrónimo para Stop Online Piracy Act. Fue un intento más por asestar golpes mortales a la piratería en internet, a través de propuestas criticadas por distintos sectores de oposición.
La razón de ser del SOPA es que el DMCA no es omnipotente. No puede, por ejemplo, utilizar su mecanismo de notificación con páginas alojadas en otros países. En este sentido, SOPA le sigue al DMCA en la cadena alimenticia: obliga a empresas de Estados Unidos a dificultar o imposibilitar el acceso a sitios infractores de menor y mayor escala. Su fin no es otro sino quitarle el oxígeno a rogue websites como The Pirate Bay, o cyberlockers como el difunto Megaupload, el  en el mercado estadounidense.

La ley también permitiría dar fin a cualquier negocio estadounidense con éstas u otras plataformas que fomenten lo ilegal, sea publicidad, financiación, vínculos en buscadores como Google o videos en Youtube. 

Hay, sin embargo, otros factores que hicieron difícil su aceptación:
 
 
Las críticas

El riesgo que se observó y dio lugar a su archivo, como también a opiniones negativas de la Casa Blanca, fue un elemento que diferencia notablemente al PIPA del SOPA: el primero hace responsable a cualquier sitio web que contribuya en cualquier manera a la infracción.

Incluso tratándose  de herramientas útiles al mundo creadas con fines loables, pero que puedan, alternativamente, ser usadas con fines ilegales.

La iniciativa no habría sido criticada de haber utilizado un lenguaje menos amplio en este particular. En el comunicado del gobierno estadounidense se hizo ahínco en los litigios y arreglos directos a que se someterían diversos servicios, tanto nuevos como habitualmente utilizados.

En este sentido, tomo de  ejemplo a Youtube: bajo el DMCA, Youtube recibe advertencias sobre la subida ilegal de un archivo protegido, a lo cual se da de baja el contenido y se notifica al usuario.
Youtube no es técnicamente un infractor, aún si la infracción se ocasiona en su plataforma, toda vez que existe ausencia de responsabilidad cuando se siguen las pautas del DMCA. SOPA va más allá, efectivamente anulando los “safe harbors” propuestos en el DMCA.

El texto original del SOPA habló de responsabilidad para quienes “faciliten” la infracción al derecho de autor. El resultado sería la muerte inminente de servicios como este, al cual no le bastaría con retirar inmediatamente los contenidos protegidos (tarea que realiza con suma dedicación) para eludir la responsabilidad, sino que tendría que realizar rigurosos filtros en cada oportunidad que se suba un video; de lo contrario, se enfrentaría a millonarias demandas a diario.

Es así como la relativa simplicidad de demandar a los prestadores de servicios multimedia en la web por “facilitar” las infracciones representa para estos últimos la legalización de un cartel extorsivo, a través del cual se podrían llegar a pedir gruesas sumas en arreglos conciliatorios sin  necesidad de ir a juicio, pues su responsabilidad frente a la infracción sería innegable de haberse aprobado el SOPA.


La cuestión sobre la censura también ha sido un tema álgido de debate, pero repleto de desinformación. Cabe resaltar sin embargo que el SOPA obligaría a los ISPs a bloquear el acceso a sitios web en su totalidad si hay lugar a ello: en un blog de 5 años de antigüedad, bastaría solo un atisbo de infracción en un solo post para justificar ese bloqueo.

Es así como el SOPA podría reemplazar el estado de cosas actual por una tiranía de la información sin precedentes en el internet. Podría tener el potencial efecto de traer al ámbito del derecho de autor algo del “patent trolling” que se ve en propiedad industrial:

  • Demandas frívolas para reducir la competencia de prestación de servicios multimedia en internet;

  • Sumisión por parte de los sitios web demandados, ante el riesgo inminente de una sentencia en contra suya;

  • Aumento de las barreras de acceso al mercado de servicios multimedia por el riesgo de ser demandado;

  • Finalmente, la monopolización y oficialización de los medios de información en Internet.



 
De cualquier forma, tanto PIPA como SOPA han sido abandonados, por ahora.
 
 
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Gonzalo Laguado Serpa
Universidad del Rosario
CECOLDA